Donald Trump o el regreso del bully

En cuestión de unas cuantas horas, el mundo, como lo conocemos, habrá de ser distinto. Con la llegada de Donald Trump al poder muchas cosas habrán de cambiar y no necesariamente para mejorar.

El matón del colegio llega a saldar cuentas con una comunidad que respiró aliviada durante esos cuatro años que fue enviado al exilio de la vida pública y que exige revancha contra todos aquellos que levantaron el dedo para señalarlo, ya fueran países o individuos.

Donald Trump se convertirá en el presidente número 47 y el primer delincuente convicto en ocupar tan alto cargo en la historia de Estados Unidos, cortesía de los grupos conservadores de todos los estratos sociales que prefirieron voltear la vista hacia otra parte antes de llenar los vacíos constitucionales que permitieron tal aberración.

Este es el día tan temidamente esperado en el que, si nos atenemos a lo dicho por el empresario, habrá de convertirse en dictador por 24 horas en las que, haciendo uso de un poder que el considera ilimitado, habrá de firmar distintas órdenes ejecutivas en las que, ¿porqué no?, habrán de figurar los nombres de los dos vecinos e históricamente amigos de la Unión Americana: México y Canadá.

Donald Trump amenaza en lo inmediato con expulsar a veinte millones de migrantes indocumentados, aunque las estadísticas marcan que aún sumando a todos, sin distinción de nacionalidad, no llegan ni a doce. Advierte que incluirá a los cárteles mexicanos que trafican fentanilo dentro de la lista de organizaciones terroristas sin aceptar que es justamente en su país en donde se encuentra el eslabón más fuerte de la cadena. Señala que impondrá aranceles de 25% contra sus dos socios comerciales si no resuelven el problema de la migración y el narcotráfico, un auténtico balazo en la pierna que afectaría antes que nadie a la oligarquía norteamericana que fue justamente la que lo impulso hasta el lugar que ahora ocupa.

No está claro su nivel de cordura; la idea de comprar Groenlandia o cambiarle el nombre al Golfo de México son tan disparatadas como el planteamiento de que los migrantes se estaban comiendo a las mascotas en Ohio, esperemos por el bien de todos que sea sólo palabrería parte de su megalomanía.

A la distancia, México tendrá que estar preparado para todo, el sólo pensar que no es así sería motivo para ponernos los cabellos de punta. En los primeros meses es un hecho que miles de migrantes indocumentados, no necesariamente mexicanos, habrán de ser expulsados a través de nuestra frontera norte y que no existen las condiciones para recibirlos ni en el plano humanitario ni para integrarlos a la sociedad; la remesas de las que dependen millones de familias mexicanas habrán de sufrir una fuerte caída y veremos incrementarse las políticas de contensión en la frontera sur para frenar la ola migrante. La aplicación de aranceles a los productos mexicanos en tan sólo unas semanas desbarrancaría las finanzas del país; hay que recordar que más del 80% de nuestras exportaciones no petroleras viajan directamente a la Unión Americana, mismas que generan nueve millones de empleos.

Donald Trumb is back y la caja de pandora se encuentra a minutos de abrirse de nuevo.

Nearshoring, ¿oportunidad perdida?

Pasa el tiempo y una de las grandes promesas de generar riqueza para las futuras generaciones se va diluyendo. Primero la pandemia de Covid-19, con el necesario reacomodo de las cadenas de suministro, y luego la guerra comercial entre Estados Unidos y China abrieron una oportunidad única para que las empresas globales buscarán nuevos espacios en zonas estratégicas dando lugar al fenómeno de la relocalización o nearshoring como mejor se le conoce.

Por su posición geográfica privilegiada y por tener un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, México fue colocado desde muy temprano a la cabeza de la lista de los destinos que serían mayormente beneficiados, sin embargo, esto no acaba de concretarse ya sea por carencias estructurales o por políticas públicas que no acaban de generar la confianza necesaria y suficiente para la llegada de capitales foráneos.

La alerta más reciente provino del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP), que en su último Análisis Económico Ejecutivo destaca a la incertidumbre como el factor que mayor incidencia ha tenido en el debilitamiento de la inversión y en el crecimiento de la actividad económica; peor aún, no se anticipa que vaya a haber cambios en el incipiente año.

En los últimos reportes entregados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) no hay indicios de que la actividad industrial se haya visto beneficiada por el nearshoring lo que se tendría que ver reflejado en rubros como la manufactura  la tecnología o el turismo.

Los especialistas del CEESP consideran que el comportamiento de la inversión ha sido afectado por la falta de un sólido Estado de Derecho; falta de seguridad en la oferta de energía, infraestructura y logística adecuada; regulación y certeza jurídica entre otros factores. El CEESP destaca la preocupación por parte del empresariado de una política económica interna incapaz de atender los problemas de coyuntura.

El órgano del Consejo Coordinador Empresarial señala que el entorno internacional no es nada favorecedor con la llegada de Donald Trump a la Unión Americana y sus anuncios en materia de aranceles y migración, paralelamente la renuncia de Justin Trudeau genera inestabilidad dentro de un T-MEC que amenaza con debilitarse.

T-MEC: los desafíos por venir

En paralelo con el inicio de año, comienza un largo recorrido para nuestro país en materia comercial en la región norte, mismo que habrá de concluir con la revisión del TMEC en 2026, de acuerdo a lo programado, o como han adelantado algunos analistas con la renegociación del mismo algo que se antoja muy complicado y no exento de dolor para ninguno de los tres países firmantes.

Ciertamente México ha sacado la mejor parte; desde la puesta en marcha del TLC, en 1994, el superávit de nuestro país con relación a su vecino del norte no ha hecho más que crecer llegando año tras año a nuevos récords históricos lo que rompe con la idea de una auténtica integración comercial. La guerra comercial entre Estados Unidos y China favoreció a México en términos económicos, porque muchos de los productos que la administración estadounidense compraba a la nación asiática ahora se adquieren en nuestra nación, sin embargo, esto no ha ayudado al balance comercial como contemplaba el T-MEC.

El regreso de Donald Trump abre muchos frentes para los que México deberá estar muy bien preparado. De acuerdo al Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), el panel sobre la solución de controversias dentro del T-MEC se ha activado siete veces en los sectores de lácteos, automotriz, energético, biotecnología agrícola y producción de paneles solares, cuatro de ellos concluyeron sus trabajos y presentaron un informe; en un quinto, el referente a las importaciones de maíz genéticamente modificado, ya hubo un fallo en contra de México mismo que deberá acatarse a más tardar a inicios del próximo mes aunque la presidenta Claudia Sheinbaum ya anunció que revertirá la medida desde el Congreso mexicano. Existen dos casos referentes a la política energética, uno abierto por Estados Unidos que alega que las medidas en el sector impactan a sus empresas en favor de la CFE y Pemex y otro paralelo por las mismas causas abierto por Canadá.

Existe la percepción de que las reformas al Poder Judicial y la desaparición de los organismos autónomos, cuyas funciones serán absorbidas por el ejecutivo, restarán credibilidad a la certeza jurídica que demandan nuestros socios comerciales lo cual abre una fractura en el tratado comercial. En esos puntos, la Secretaría de Comercio deberá hilar muy fino ya que lo que se encuentra en riesgo es la relocalización de empresas en nuestro país, una ventana de oportunidad que pudiera cerrarse ante nuestros atónitos ojos.

No sólo el sueldo importa

45% de los profesionistas mexicanos que contemplan cambiarse de trabajo este año, lo harám buscando un mejor trabajo o beneficio, de acuerdo al estudio anual de “Market Research 2025” de Computrabajo, la plataforma de empleo líder en Latinoamérica. Otras razones referidas en la encuesta son: balance vida-trabajo 19%; mayor crecimiento profesional 18%, y mala cultura laboral o liderazgo, también 18%. Por otra parte, las prestaciones más valoradas son flexibilidad y trabajo a distancia, según 5 de cada 10 entrevistados; 32% oportunidades de crecimiento y capacitación; 18% bonos de desempeño y 4% beneficios relacionados con la salud mental.

Precisamente es la escasa oferta de prestaciones uno de los cuatro principales retos en la búsqueda de empleo, además de los procesos de selección largos y sin respuesta, salarios poco competitivos y poca transparencia sobre las responsabilidades del puesto. Es por ello que las empresas deben considerar no sólo ofrecer sueldos competitivos, sino incluir otros beneficios laborales que respondan a las necesidades personales y profesionales de los aspirantes.

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