Perdido el T-MEC, rescatar lo que se pueda

En su sueño de reindustrializar Estados Unidos empezando por la industria más icónica, Donald Trump firmó la orden ejecutiva para imponer 25 % de arancel a vehículos y autopartes no fabricadas en aquel país a partir del 2 de abril, incluidos los exportados desde México y Canadá, y a las automotrices estadounidenses que ensamblan sus autos fuera de la Unión Americana.

Mientras tanto, y al parecer dando por perdida la defensa del T-MEC a pesar de su flagrante violación, Marcelo Ebrard sigue en Washington negociando y, por lo pronto, asegura haber logrado que los vehículos fabricados en México y que van para exportación, tendrán un descuento del arancel dependiendo de la integración de los componentes provenientes de Estados Unidos, es decir, sería menos del 25 % de arancel.

Lo que sigue en la mesa se ve más complicado, pero se fundamenta en la alta integración de la industria automotriz entre México y Estados Unidos: uno, es que las autopartes que se producen en México no se les imponga aranceles el 2 de abril; la otra, que no se cobre varias veces aranceles a los fabricantes que están en México por el número de veces que envíen autopartes a través de la frontera. El secretario de Economía concluyó diciendo que el objetivo general es lograr un trato preferente para los productos hechos en México, que les permita tener mejores precios que los de otros países a los que se apliquen los “tariffs” a rajatabla y que entren en la guerra arancelaria.

Cauta, Claudia Sheinbaum ha optado por esperar a después del miércoles 2 de abril para dar una respuesta integral a todos los aranceles ya anunciados -acero, aluminio, vehículos y autopartes-, y los que están por darse a conocer ese día. En tanto llega la fecha, la presidenta busca reunirse con los directivos de las automotrices con miras a ver cómo fortalecer el mercado interno y que, si van a abrir plantas en Estados Unidos, no cierren las que tienen aquí; además de la posibilidad de hablar nuevamente con Trump, eso ya como cierre de lo que se pueda acordar previamente.

Para los estadounidenses los beneficios arancelarios no están claros como sí los aspectos negativos para un país donde en la mayoría de sus ciudades el auto es esencial para su desplazamiento. El alza en los precios de los vehículos, y de todos los productos importados a los que les apliquen aranceles, será mucho más rápida y sostenida que la apertura incierta de fábricas por todo el país, a lo que se sumará la afectación a las mercancías estadounidenses para exportación por los aranceles que se les apliquen.

En fin, el descontento será grande cuando se confirme que Detroit -otrora capital automotriz mundial-, sigue igual, y que el milagro arancelario no ocurrió.

¿Europa ante el umbral de una nueva guerra?

Sería una exageración afirmar que Europa se prepara para la guerra, aunque en los hechos está claro que no descarta tal posibilidad. El creciente expansionismo de Rusia, sumado al nuevo orden internacional que pretende instaurar Donald Trump desde la Casa Blanca, están haciendo ver a los europeos que muy probablemente tendrán que empezar a velar por su futuro sin ayuda de nadie.

Los primeros síntomas ya se encuentran a la vista, el hecho de que ocho décadas después del fin de la Segunda Guerra Mundial la “Unión” haya publicado una estrategia para “prevenir” amenazas y crisis emergentes en la que llama a sus pobladores a tener a la mano un kit de suministros esenciales para al menos 72 horas es muy sintomático, más allá del incremento de catástrofes naturales o el cambio climático que contempla la logística.

Instalado en su papel de víctima, Estados Unidos se prepara para la primera gran guerra comercial la próxima semana, una guerra de proporciones épicas que habrá de arrastrar al mundo entero a una crisis pocas veces antes vista y cuyas consecuencias son predecibles. La falta de inversión así como la recesión y el creciente desempleo son tan sólo algunas de las consecuencias que habrán de impactar en las economías del globo lo que podría empezar a generar un descontento social organizado.

Donald Trump tiene aversión por todo y por todos, pero en el caso de Europa esta parece agudizarse y no es algo nuevo, ya durante su primer mandato se lamentaba de que mientras su país invertía casi el 4% del PIB en gastos de defensa el resto de sus socios en la OTAN no aportaban ni el 2%. El número de efectivos militares también se ha ido reduciendo con la eliminación del servicio militar en muchos de los países europeos. Ciertamente, como si se tratara de una droga, el viejo continente se fue volviendo adicto a la ayuda estadounidense y eso tiene su precio.

La coyuntura no podría ser más favorable para Rusia, la cual se encontraba al borde de la vietnamización luego de tres años de estar empantanada en Ucrania. Hoy, tras el abandono de Trump, el presidente Vladimir Putin se encuentra con buenas posibilidades de anexionar nuevos territorios y de paso amenazar al resto de sus vecinos, particularmente los bálticos, quienes veían en la OTAN una tabla de salvación. El distanciamiento de Estados Unidos de este órgano de seguridad continental provocaría un peligroso desbalance regional dejando a los europeos con un alto grado de vulnerabilidad.

La medidas ciudadanas son en realidad parte de un proyecto de mayor envergadura. El gasto militar de la Unión Europea más Reino Unido alcanzó durante 2023 la histórica cifra de 388 mil millones de dólares, tres veces y media mayor que la inversión rusa en ese mismo rubro lo que amenaza con  convertirse en una escalada. Estados Unidos hace la gran diferencia, los países de la OTAN aportan el 55% del gasto militar a nivel mundial de ahí el emplazamiento de Donald Trump para seguir apoyando a sus tradicionales aliados.

El asesinato del archiduque Francisco Fernando detonó la Primera Guerra Mundial; la invasión a Polonia bajo el liderazgo de Hitler provocó la Segunda; nadie desea una tercera, porque con toda seguridad ya no quedaría nada para una cuarta.

Caro Quintero: el camino hacia la pena de muerte

El narcotraficante Rafael Caro Quintero se acerca cada vez más a la pena de muerte. Ahora, un juez de la Corte del Distrito Norte de Nueva York emplazó a los fiscales de Estados Unidos que llevan el caso, a que en 90 días señalen si buscarán la pena capital para el llamado Narco de Narcos.

Luego de que a finales de febrero fuera literalmente expulsado de México y llevado a la Unión Americana, Caro Quintero se presentó por segunda ocasión ante un juez sin candados de manos y el uniforme característico de un prisionero, a diferencia de la vez anterior en que arribó asegurado con las esposas que en su momento fueron de Enrique Camarena, agente de la DEA torturado y asesinado.

Si bien la Fiscalía señaló que aún analiza la posibilidad de que pueda solicitar se le prive de la vida al ex líder del Cártel de Guadalajara, es casi un hecho que será así luego de que las mismas autoridades estadounidenses han señalado que Caro Quintero no fue extraditado, lo que de acuerdo con el tratado en la materia con nuestro país evitaría que fuera condenado a muerte.

Y aunque los cargos que enfrentará son por crimen organizado, tráfico de drogas y uso de armas de fuego, el asesinato de “Kikín” Camarena marcó un antes y un después para la agencia de control de drogas estadounidense, que ha considerado el crimen como una afrenta al más alto nivel.

La presencia de decenas de elementos de la DEA, tanto en la llegada del narcotraficante a territorio norteamericano, como en las dos audiencias celebradas, ha dejado de manifiesto el interés particular de la agencia por buscar el máximo castigo en contra del capo. 

Los días siguen contando para el criminal mexicano de 72 años, quien difícilmente evitará ser privado de la vida. Todo indica que depende directamente de la benevolencia de la Fiscalía estadounidense que, en el último de los casos, pudiera pedir la cadena perpetua en lugar de la pena capital, lo que sería casi un milagro.

El reto de las reformas laborales: cambios sin brújula

Las reformas laborales en México avanzan con fuerza, pero la mayoría de los trabajadores no sabe a qué se enfrenta. Según una encuesta de OCC, la bolsa de trabajo en línea, el 65% de los empleados reconoce estar poco informado sobre los cambios en la legislación laboral, mientras que 11% admite no saber nada al respecto. En un país donde la informalidad y la incertidumbre son moneda corriente, la falta de claridad sobre estas transformaciones es un problema serio.

El gobierno de Claudia Sheinbaum ha reafirmado su compromiso con mejorar las condiciones laborales y las reformas recientes, como la reducción de la jornada laboral o el incremento del salario mínimo, apuntan en la dirección correcta. Sin embargo, la realidad empresarial cuenta otra historia. Siete de cada diez trabajadores creen que las empresas están poco preparadas para cumplir con las nuevas disposiciones.

Mientras que se espera un mejor equilibrio entre vida y trabajo, un mayor bienestar y estabilidad laboral, las empresas se enfrentan a costos operativos más altos, resistencia al cambio y una falta de infraestructura adecuada para cumplir con las reformas. Es una ecuación difícil de resolver, especialmente para las Pymes, que representan un alto porcentaje del tejido empresarial del país y que podrían enfrentar dificultades para absorber estos cambios.

Más allá del impacto económico, la desinformación es el gran obstáculo. Si no hay claridad ni estrategias de implementación, estas reformas podrían quedar en letra muerta. El gobierno debe garantizar que sean más que decretos y realmente transformen el entorno laboral. De lo contrario, solo quedarán en el papel.

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